Resumen
Ante la guerra hispano-cubano-estadounidense de 1898 el régimen porfirista asumió, o mejor, articuló una neutralidad imaginaria, ya que esta postura mostró múltiples fisuras. En un contexto incierto, la prensa sirvió de foro para la confrontación de las ideas que respecto a la guerra se esgrimieron mediante textos e imágenes: argumentos que fueron menos que neutrales. A todas luces, la neutralidad oficial, declarada enérgicamente por Porfirio Díaz, fue violada por la ilustración gráfica así como por los artículos que le acompañaban. En ellos se encontró un campo hábil dónde representar los cables telegráficos, acomodados a los imaginarios políticos del México porfiriano.
Este ensayo aborda destacadas formas de representar la guerra. Representaciones en cuyo fondo subyacía un punto más complejo que la simpatía o la antipatía por España y Estados Unidos: la cuestión de la identidad nacional. Por ésta, algunos llegaron incluso a asumir con vehemencia la representación del conflicto, y convirtieron a la prensa en trinchera de combate transfiriendo así a México la guerra que se libraba en el Caribe y en las Filipinas. Monárquicos o agachupinados, republicanos, liberales y hasta anarquistas, hicieron su guerra interna de identidades. Es decir, la capital fue escenano de un 98 mexicano en donde los radicalismos, con el pretexto y el contexto de la guerra, construyeron en sus periódicos, imágenes intestinas de un México paradójico. Para estos sectores, encarnados magistralmente por voces como las de El Hijo del Ahuizote y El Correo Español, la postura que el gobierno de México debía asumir estaba vinculada estrechamente con la idea de la identidad que cada uno de ellos pretendía hacer valer. Es decir, el conflicto en México asumió, entre otras, la forma del puntiagudo y no resuelto asunto sobre la naturaleza y la esencia de "lo nacional".
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Resumen359
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