Resumen
Tras el lento y complejo proceso de expulsión de la Compañía de Jesús (1767-1768), varios pícaros se hicieron pasar por jesuitas aprovechando el fervor de la población novohispana. El artículo analiza varios casos de falsos padres, contextualizándolos con los diversos intentos de los expulsos por regresar a la Nueva España y con la evolución de los ignacianos enfermos que quedaron recluidos en la ciudad de Puebla. Todos ellos, falsos y verdaderos, dieron la impresión en México de que el vacío dejado por la salida de la Compañía no lo fue tanto, a la vez que sus partidarios siguieron recordándolos mediante el culto a los santos jesuitas y el deseo de su vuelta. Como se señala en el trabajo, siempre hubo al menos un jesuita durante los años de la supresión (1767-1816), número corto, sin duda, pero que permite contemplar este periodo intermedio de una forma novedosa.
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