Resumen
Extender la instrucción pública fue uno de los ideales ilustrados más difundidos a finales del siglo XVIII, como base para lograr el progreso y la felicidad. Los reformadores borbónicos llevaron esta ambición hasta las lejanas fronteras de la Nueva España. La comunidad de la villa de Chihuahua, centro minero y comercial que se alternó con Durango como capital de la Nueva Vizcaya, se identificó con ese ideal, y aportó los medios para establecer su primera escuela pública. Se relata aquí la manera como se obtuvo el financiamiento, el edificio, el mobiliario, el maestro y los útiles escolares; se retoman los procesos para administrarla, definir las normas, los contenidos y las tareas, la selección y promoción de alumnos, la supervisión del maestro por parte del ayuntamiento, la evaluación de los aprendizajes, las relaciones entre la escuela y la autoridad pública y la comunidad. En este artículo se ofrece un panorama desde los antecedentes y avatares para establecer la escuela, hasta llegar a la inercia que culminó con el despido de su primer preceptor. Finalmente, se realiza un balance del significado que tuvo la escuela para los diversos sectores de la población local y de su influencia en la posteridad.
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